domingo, marzo 22, 2009

Nietzsche como Lector (V)

Lector obsesivo, puntual y dialógico: Nietzsche siempre estuvo obsesionado por edificar su biblioteca personal ideal y le dedicó a la tarea muchos esfuerzos, de los que nos quedan muchas huellas, no sólo su propio testimonio en cartas y en el Nachlass, sino muchos documentos materiales. Fue su hermana Elisabeth quién conservó todas las facturas de compras, los catálogos de novedades de librerías, las listas con préstamos de las bibliotecas e incluso una costumbre nietzscheana propia de un “Loco de los libros”: listas ideales de adquisición de ejemplares. Nietzsche borroneaba su catálogo personal y además listaba los libros potenciales a ser adquiridos en sus librerías preferidas. En el Archiv Weimar se pueden estudiar estas curiosas enumeraciones, estas check-lists. La más antigua data de 1858/1859 (¡cuando tenía once años!), jamás publicada, escrita por su hermana, con un listado que contiene treinta títulos, a la que el propio púber Nietzsche le agregó de su propio puño y letra tres libros más. En 1861/1862 Nietzsche hizo una nueva lista (la cuarta) bajo el título Bibliothek. Una quinta lista, con el título Meine Bücher, está datada en 1863 y contiene ya sesenta títulos (muchos sobreviven hoy en la biblioteca personal conservada en Weimar), ya en esta época Nietzsche estudiaba lejos de casa, en Pforta, por lo que dividió su biblioteca físicamente entre Pforta y Naumburg. La sexta y séptima lista se refiere a los libros que ya poseía en estos dos lugares. Al mismo tiempo que tenía esta neurótica costumbre de clasificar y catalogar sus libros (así como planificar sus próximas adquisiciones) Nietzsche desarrolló paulatinamente unos hábitos de lectura profunda complejos. El joven Nietzsche raramente realizaba anotaciones en sus libros, por lo que su manera de “leer” en su juventud diferirá notablemente de sus prácticas en la edad joven y madura. En particular al que podríamos llamar middle Nietzsche (1869/1880), tiene un hábito que lo sumerge en un diálogo frenético con el texto y el autor. Sus libros y revistas están golpeados, manipulados, manoseados intelectualmente y la relación dialéctica se expresa en subrayados de colores (interlineados y marginales), marcas de exclamación y sorpresa, marcas de cuestionamiento, notas benes (NB) en los márgenes, postskriptum (PS) en los finales de capítulos y libros, y, lo más importante, reacciones en lo márgenes o en los espacios superiores e inferiores de la página. Reacciones que van desde un simple signo a extensos comentarios, algo inexistente en el Nietzsche anterior. El hábito de lectura juvenil era más bien oblicuo y en diagonal, con las mínimas anotaciones posibles y muy formales, seguramente relacionadas con sus trabajos escolares. Nada de debate, discusión o intercambio dialéctico en busca de síntesis. Pero en el joven Nietzsche se puede ver que los autores que más le influenciarían ya contienen anotaciones y formas primitivas de diálogo: son libros muy exclusivos, restringidos a tres autores. Son el pastor que filosofaba, Ralph W. Emerson (dos libros, Die Führung des Lebens y Versuche, con muchas anotaciones y subrayados); por supuesto Schopenhauer (algunas anotaciones en Die Welt als Wille und Vorstellung) y del poeta romántico húngaro Sándor Petöfi (pequeñas marcas en algunos poemas), del que intentó musicalizar algunos poemas en una serie de Lieds tituladas Nachspiel, Ständchen, Unendlich y Verwelkt. A partir de 1868 más o menos Nietzsche comienza modificar sus hábitos de lectura y el número y variaciones de sus anotaciones crece en progresión geométrica, posiblemente a causa de su doble exigencia de profesor universitario y docente de instituto en Basilea. Pero también a que comienza su intento fallido de transformarse en un filósofo autodidacta. Con sólo examinar los libros más usados entre 1869 y 1879 podemos deducir que Nietzsche se va haciendo un lector profundo, puntual e interactivo. Muchos de sus libros contienen decenas de anotaciones por página (muchas en interlíneas y en los márgenes) cubriendo capítulos completos. Las anotaciones más extensas en los márgenes nos muestran que Nietzsche entra en una especie de dialéctica (la raíz etimológica de diálogo) con el autor como si estuviera presente. Conversación en el que es frecuente el uso de palabras coloquiales como Nein!, Ja!, Gut!, Sehr Gut!, Bravo!, Warum?, Falsch, ecco., por ejemplo. Ocasionalmente largos comentarios se extienden en el margen o en especial en la parte inferior de la página. Desafortunadamente muchos de sus libros fueron re encuadernados por su hermana Elisabeth cuando se trasladó a Weimar, ya que tenían un uso muy intensivo, y la nueva encuadernación cubrió parcialmente algunos de estos valiosos diálogos. Otra sorpresa es que Nietzsche como lector estaba mucho mejor informado y era más tolerante con los que diferían con sus ideas que lo que muestran sus obras exotéricas. El Nietzsche lector es más humanista y comprensivo que el Nietzsche dionisíaco público. A modo de ejemplo: cuando lee al filósofo, político y economista inglés representante de la escuela económica clásica y teórico del utilitarismo John Stuart Mill, o al historiador y publicista irlandés William Edgard Hartpole Lecky, o a los famosos hermanos Goncourt, aniquilados con rudeza por su martillo crítico en sus libros, sus textos están pesadamente anotados y con positivas exclamaciones y contienen pocas palabras o comentarios negativos. En el Nietzsche maduro las anotaciones y marcas están hechas en lápiz de grafito negro; en algunas ocasiones utiliza lápiz de color azul o rojo; en su juventud no dudaba en utilizar tinta azul o marrón, arruinando el libro. También es visible una característica de Nietzsche: el retornar, una y otra vez, sobre sus autores preferidos, la re lectura obsesiva, justamente él que odiaba al docto por revolver libros, por lo que se acumulan marcas de diferente tipo y color (como en el caso del manual sobre historia del materialismo del socialista liberal Friedrich Lange, donde se pueden calibrar hasta cinco o seis re lecturas). La datación es difícil, Nietzsche no fecha sus lecturas (que hay que reconstruirlas indirectamente a través de su correspondencia y el Nachlass) ni la adquisición del texto, así como tampoco figura su nombre, ni usa Ex libris. En sus libros en francés muchas marcas y exclamaciones están en ese idioma. Ocasionalmente Nietzsche utiliza invectivas y malas palabras, como Esel (culo) y Vieh (vaca). Las anotaciones también tienen una característica de su filosofía de la lectura lenta: raramente aparecen al inicio del libro, posiblemente esperando juzgarlo de manera más objetiva después que despliegue el autor los argumentos completos. Muchos de los libros personales de Nietzsche nunca fueron leídos, aunque pareciera que sí si seguimos al pie de la letra sus cartas o manuscritos. Los casos más conocidos son nombres lustrosos: Kant, Spinoza o Hegel. Algunos conservan el pliego sin cortar; otros apenas fueron ojeados, sólo conservan marcas físicas insignificantes (página doblada) y un lomo intacto.

Ceremonial de la contradicción: una de las principales peculiaridades cuando leemos a Nietzsche (a excepción de Zarathustra), a pesar de tener formación académica y haber sido formalmente un catedrático, es la desaparición voluntaria de todo aparato erudito de citas y bibliografía. Es una estrategia discursiva que directamente apunta a la Modernidad y al modo de expresión del Sokratismus y su figura intelectual decadente: el Docto, el philólogos. Además es reflejo de su creencia ideológica vitalista, de raíz schopenhauerianne, que lo escrito es simplemente una expresión de la personalidad completa de un pensador o viceversa, la personalidad y actitud de un filósofo es su mejor obra, son ideas-personas. Una tercera razón para este rasgo inusual es la profunda repulsa de Nietzsche por el pensamiento abstracto, puramente teórico y textual, la forma ilustrada de argumentar y expresar ideas. Sin citas, sin aparato bibliográfico, Nietzsche hace surgir entre líneas a muchos autores y a pocas obras específicas. Esta larga y rica lista de nombres es un hábito poco frecuente en los demás filósofos, de tal forma que pocos libros y muchos autores aparecen una y otra vez en sus obras. Por supuesto la lista, tanto positiva como negativa, de autores se va modificando a lo largo del tiempo pero el diálogo, el intento dialéctico con grandes, medianos y mediocres pensadores jamás se detiene. Como le dice melodramáticamente en su libro de 1879, Vermischte Meinungen und Sprüche, “para poder hablar con algunos muertos, no solamente he sacrificado carneros, sino que tampoco he escatimado mi propia sangre. Cuatro parejas de hombres no han rechazado mis sacrificios: Epicuro y Montaigne, Goethe y Spinoza, Platón y Rousseau, Pascal y Schopenhauer. Con ellos es con quienes necesito conversar cuando paseo solitario a lo largo de mi camino; por ellos quiero darme y quitarme la Razón, y los escucharé cuando ante mí, se den y se quiten la Razón unos a otros… en estos ocho ojos fijo mis ojos y veo sus ojos fijos en mí.” La misma metonimia dionisíaca aparece en una carta a su madre Franziska en 1885, donde le afirma que él “exclusivamente se comunica con hombres muertos”, aunque cómo veremos muchas influencias sobre Nietzsche provenían no de gloriosos y reconocidos clásicos de la Academia sino de publicistas contemporáneos e incluso personas cercanas a él. La tarea de hacer “visibles” estos autores de segundo nivel o vulgarizadores, empresa que comenzó Mazzino Montinari, es una contribución decisiva a nuestra comprensión del verdadero Nietzsche, y no del modélico filósofo proteico (falso y atextual) del Nietzschéisme. Y esto se magnifica si tomamos en consideración que el rentista Nietzsche fue un pensador que a partir de 1879 se transformó en un anacoreta voluntario, que en su soledad planificada redujo dramáticamente su diálogo interpares (incluso su existencia social se redujo a casi cero). Sus viejas relaciones sociales se trasvolaron a sus libros y la correspondencia con su hermana Elisabeth y un grupo muy pequeño de conocidos. Esto potencia e incrementa la necesidad y el valor extraordinario que para Nietzsche adquirió eses “diálogo con los muertos”. El “otro” nietzscheano de su época madura era en casi todos los casos un interlocutor impreso en papel. La visión general del Nietzschéisme, y la hagiografía más común, obturada por esta peculiaridad casi única de Nietzsche (y, hay que decirlo, a veces alimentada por la falsa auto interpretación del mismo Nietzsche), es que es un self-made-philosopher, que ha creado por sí mismo sus pensamientos con total originalidad. Lo cierto es que a través de sus lecturas es posible llegar a una conclusión muy diferente: los escritos nietzscheanos están profundamente influenciados por sus lecturas (muchas vergonzosas, inconfesables), incluso en sus libros en apariencia más maduros e independientes, incluso en los canonizados por el Nietzschéisme. Recordemos que el catecismo del Nietzsche francés es muy limitado, sólo reconoce arbitrariamente como técnicamente maduros y académicamente aceptables unos pocos textos: el fragmento póstumo “Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, la Segunda Intempestiva (“De la utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida”), algunos aforismos de Más allá del bien y del mal o de El crepúsculo de los ídolos. Pues bien y a modo de ejemplo, el libro de 1886, Jenseits von Gut und Böse, contiene nada más ni nada menos que 107 diferentes nombres de personas, la gran mayoría libros que ha leído y que no cita; en la Zur Genealogie der Moral (1887) se puede comprender, conociendo lo que Nietzsche leía contemporáneamente, como un largo diálogo (a través de la lectura) y de respuesta a la nueva corriente de pensamiento llamada English Psychology, un desarrollo de muchas tesis de Paul Rée y de muchos aportes impensables que provienen de su lectura de historia del derecho (en su biblioteca personal Nietzsche poseía muchos textos de estas materias y al menos diez libros sobre esa temática se encuentran profundamente subrayados/comentados). Götzen-Dammerung (editado en 1889, pero escrito en 1888), el libro donde según Nietzsche se encontraba su filosofía en estado puro, se divide en dos partes, la primera con una exposición de su pensamiento y una segunda parte cuyos capítulos “Die ‘Verbesserer’ der Menschheit”, “Streifzüge eines Unzeitgemäßen” y “Was ich den Alten verdanke” son esencialmente discusiones de las lecturas del propio Nietzsche. El famoso Der Antichrist (editado en 1895 pero escrito en 1888) habría sido un libro muy mediocre si Nietzsche no hubiera leído/dialogado con Jacolliot, Strauss, Renan, Wellhausen, Tolstoi, Dostoievsky, más todos los libros sobre historia de las religiones (budismo, cristianismo), San Pablo, Lutero y por supuesto la Biblia misma. Nietzsche era un verdadero “reactivo” en su práctica de la lectura y podríamos afirmar, con sus propias palabras, que “si no revuelve libros, no piensa.” (Continuará)


*Ilustración: "Musique et Littérature" (1878), HARNETT, William Michael

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