viernes, junio 06, 2008

El joven Nietzsche o el instinto aristocrático como política:


Miserias del nietzschéisme: Nietzsche no es que esté de moda: Nietzsche es la moda o mejor dicho es la moda de las modas. El retorno a Nietzsche ya no es exclusiva de los círculos de la vanguardia intelectual o de los departamentos de letras. El retorno a Nietzsche es ya una “gran política” concreta y verificable. El más intempestivo y aristócrata de los filósofos se presenta como un liberal individualista, el paradigma del “buen europeo”, incluso un “anarka” simpático e irónico. La hermenéutica de la inocencia permite que en un órdago curioso lo reivindiquen izquierdistas malogrados, anarquistas de cátedra, hasta ex intelectuales comprometidos. Por supuesto del otro lado están los nietzscheanos de siempre, los que lo leyeron correctamente: nazis, neo-fascistas y conservadores de toda la vida. Nietzsche es parte de nuestro sentido común. Lo hayamos leído o no; lo hayamos interpretado bien o no, el Nietzscheísme ha conquistado nuestros corazones y mentes, desde la currícula universitaria al periodismo profundamente cultural y gran parte de la llamada opinión pública. Pero: ¿qué es el Nietzschéisme? Es parte de la ideología del liberalismo libertario, fase del capitalismo globalizado, del capital posfordista, cuyo elemento distintivo es represión total al productor y libertad total al consumidor. Esta fase “post” del capitalismo se ha liberado del viejo odre del estado asistencial (o populista en América Latina) y ya no necesita extensiones artificiales en su corpus ideológico. Por eso el Nietzschéism es primeramente un revisionismo filosófico (la edulcoración sistemática del Nietzsche real) que permite continuar un combate contra Marx desde un perspectivismo contextual a una pretendida sociedad ideal de consommation. Los symptômes están ahí y son notables: una nueva “Festung” Europa dirigida por una aristocracia natural, la reducción del hombre a su biología, la interpretación étnica del delito y de la geopolítica, la reducción del conocimiento y la ciencia a su rentabilidad, el desprecio de la razón por impulsos emocionales e intuitivos, la justificación de la superioridad moral-racial de Occidente, formas de dandysme cultural, reivindicación y recurso al mito (y a referencias teológicas), nuevas formas de esclavitud laboral… El Nietzschéism quizá entra en su fin de ciclo histórico, pero vale la pena preguntarse: ¿es válida esta recuperación desde el campo progresista? ¿Es posible encontrar a través de todos los Nietzsches posibles una coherencia política? ¿No existirá una complicidad secreta, vergonzosa, oculta en la asimilación amistosa de Nietzsche en el courant intelectual de la ideología dominante? ¿Es Nietzsche el autor perfecto para combatir estructuralmente al pensamiento de la revolución?

Un experimento intelectual:
Estamos en Berlín, a fines del año 1872. Caminamos por el boulevard céntrico, la Unter den Linden. Es la capital de un imperio encabezado por Prusia y dirigido por la figura del Bundeskanzler Otto von Bismarck. La Gran Alemania ha dominado y vencido a Austria y derrotado a la gran Francia en sucesivas guerras relámpagos de agresión y rapiña. Ha empezado a construir un pequeño imperio colonial en África. Este Reich bismarckiano era “un despotismo militar emperifollado con formas parlamentarias, mezcla de propiedad feudal e influencia burguesa, con armazón burocrático y sustentáculo policial” en palabra de Marx. El aparato del estado, el poder político y militar quedan en manos de los príncipes prusianos, Junkers. Nos detenemos en una librería y entramos a ver las últimas novedades. Nos fijamos en un libro que lleva un título extraño: “Die Geburt der Tragödie aus dem Geiste der Musik” (“El Nacimiento de la Tragedia desde el Espíritu de la Música”). Es un libro impreso en octavos, con bandas doradas en tapa dura. Abrimos sus primeras páginas, el editor es una pequeña editorial que imprime las obras del músico Richard Wagner, E. W. Fritzsch de Leipzig, ¡una editora de partituras!, y nos encontramos con un grabado no muy feliz de Prometeo encadenado dentro de un círculo realizado por un escultor, un tal Leopold Rau. Buscamos los datos del autor: se trata de un profesor alemán de filología clásica que enseña en Suiza, en Basilea, su nombre Friedrich Nietzsche. Nunca habíamos oído hablar de él. Lo hojeamos un poco sin que el librero se enoje. Nos detenemos en el prólogo del autor: está dedicado al músico Richard Wagner, es celebrado como una figura legendaria por haber escrito un magnífico escrito sobre Beethoven. El joven autor le llama “mi sublime precursor”. ¡Entonces es un libro de homenaje a Wagner! No, no… ¿Un libro de musicología? No, tampoco. Seguimos hojeando y el autor critica a la ópera. ¿O será un libro de crítica musical? ¿Un filólogo del scherzo? Miramos más detenidamente el libro y observamos que el autor señala que es una contribución a la ciencia de la estética. ¿Un libro de filosofía del arte? No, tampoco. Seguimos leyendo y vemos desfilar a Esquilo, Sófocles, Eurípides, Sócrates, Platón… ¿será un libro sobre la lírica y el arte griego? ¿Una historia de la tragedia antigua? Pero aparece una crítica a la opera moderna... Al mismo tiempo el autor señala que los problemas que expone en el libro “son un problema seriamente alemán”, y que su escrito habla de las “esperanzas alemanas”. ¿Un libro de política profética? Confundidos nos lo llevamos a ver de qué trata. El librero nos cobra, nos envuelve el libro y nos cuenta que es una edición limitada, rara, que sólo se han impreso 625 ejemplares para la distribución y que en su librería sólo han llegado dos. Nos volvemos a casa sin saber todavía qué quiso transmitir Nietzsche en el libro que llevamos bajo el brazo. No nos preocupemos, la gran mayoría de los nietzscheanos, de Brandes a Onfray, tampoco.

Ego ipsissimus: Esta ficción simplemente señala las dificultades (y facilidades) que tiene leer a Nietzsche superficialmente, como un lector ingenuo que sólo barre la superficie. Como toda la obra de Nietzsche su primer libro publicado, hablamos de “El Nacimiento de la Tragedia desde el Espíritu de la Música” es autoconfesional. Nietzsche recordó en sus fragmentos póstumos que “mis escritos hablan únicamente de mis propias vivencias, en esto soy, con el cuerpo y con el alma (¿para qué negarlo?), ego ipsissimus”. Ese “libro sobre los griegos”, en realidad no habla de la tragedia ática (y por eso fue mal recibido por los colegas de la corporación universitaria). Ni su objetivo era renovar la filología. En absoluto. Esa fue la causa de su pésima recepción y del estupor que causó: lo leyeron quienes no deberían haberlo leído y los lectores que deberían haberlo leído no lo leyeron hasta cincuenta años más tarde. Tampoco el libro se reduce a una elegía dirigida a Richard Wagner, aunque lo es. Por eso es un libro “intempestivo” y con mucho lenguaje esópico: incomprendido e incomprensible para los espíritus cultos de la época. Todos sus libros son manifiestos filosófico-políticos extraídos de sus vivencias más íntimas. No en vano el propio Nietzsche define a sus libros como “Centauros”, híbridos, donde la filosofía, la filología, la historia de las religiones malviven adosadas al cuerpo de un animal político. Eso desubica al lector especializado o al académico: sus libros en realidad no hablan de lo que parecen hablar o si lo hacen la imagen del tema expuesto es simplemente el atril que el autor utiliza. Como Marx su escalpelo es el concepto de Kritik. Como Marx en “Das Kapital”, Nietzsche separa el Forschungwiese, el modo de investigar la cosa, del Darstellungwiese, el modo de exposición del objeto. Su modo de abordar y agotar el objeto es caprichoso, asistemático, volátil; su modo de exponer lo que piensa es siempre un diálogo y una llamada a la acción. Como Marx, Nietzsche es el autor que nunca completa o concluye nada; como Marx, Nietzsche intenta y anhela hacer un sistema pero toda su obra termina transformándose en un gran monólogo frente a un auditorio de amigos, conocidos y admiradores. Como Marx los escritos de Nietzsche son eminentemente políticos o mejor dicho: soportan una lectura en clave político-ideológica. Su primer libro no puede ser considerado atribuyéndole algún mérito a la comprensión de la “grecidad” o una aprehensión más adecuada de la tragedia ática. El propio Nietzsche niega este objetivo en el mismo libro. Su objetivo es de crítica al presente, el Jetzeit burgués liberal, una Kulturkritik, un doble mandoble tanto a la ideología moderna burguesa como al socialismo en auge. La excusa griega le sirve como pretexto para atacar una Weltanschauung cosmopolita optimista, a la que le opone un Pessimismus aristocrático nacional (=alemán, ario, teutón) y racial. Su mensaje está dirigido a la “Gran Política”, como la llama. Aquí hay poco rigor filológico (basta leer las críticas del eminente filólogo contemporáneo Wilamovitz o de su padrino académico el profesor Rischl que definió al libro como “brillante extravagancia”), poco rigor filosófico (su formación era deficiente y de segunda mano como lo reconocen sus biógrafos), bastante darwinismo social (en una de las pocas recensiones a su obra el cronista declara que se ha “trasplantado el darwinismo con velos musicales”) y mucho posicionamiento político. ¿Se trata de un manifiesto político, de un panegírico de partido? Intentemos juntos esa lectura.

Bismarck como vino fuerte y espirituoso: Estamos en una época “excitante” según el propio Nietzsche: la fisonomía de la moderna Alemania como la conocemos más o menos hoy data del 18 de enero de 1871, día en que el rey de Prusia aceptó (no sin resistencia) en la bella Galería de los Espejos del palacio imperial de Versailles el título de “emperador alemán”. Nacía el Segundo Reich y nacía a consecuencia de una guerra agresiva y se coronaba humillando al enemigo en su propio territorio y en un edificio que simbolizaba el poder de Francia. Se realizaba la unidad de Alemania pero no como la habían soñado los demócratas de 1848 (incluidos Engels y Marx). El artífice de la unión nacional no era ni la burguesía liberal, ni la clase obrera aliada al campesinado pobre del Este, sino un general llamado Bismarck y su cohorte del estado mayor prusiano: Moltke & cia. El Reich se constituía como un cesarismo autoritario aglutinado mediante la fuerza, la guerra de conquista con sus vecinos: “es un despotismo militar emperifollado con formas parlamentarias, mezcla de propiedad feudal e influencia burguesa, con armazón burocrático y sustentáculo policial” (Marx). Prusia además era un moderno estado industrial, con una cámara elegida por el sufragio universal masculino (una rareza en Europa en esa época) pero debajo de la mascarada democrática se escondía una simple dictadura. La cámara sólo sugería y el Bundeskanzler hacía lo que quería sin fiscalización ni control parlamentario. Además las leyes electorales eran muy restringidas y estaban diseñadas para minimizar al máximo el voto urbano. En 1869 en Eisenach se había creado el Sozialdemokratisches Arbeiterpartei Deutschlands (SPAPD), el partido socialdemócrata bajo los auspicios de Engels y Marx desde Londres. Contaba con diez mil miembros y su programa se inspiraba en el de la Iº Internacional. Era en esos momentos el cuarto partido político alemán con doce diputados. Era el terror personificado a ojos de la burguesía europea. Bismarck, el canciller de hierro, hizo todo lo posible por eliminar al joven partido, hasta llegó a disolver el parlamento. “Gegen Demokraten helfen nur Soldaten” (“contra los demócratas solamente sirven los soldados”) decía Bismarck. El entonces diputado August Bebel, tornero autodidacta, quién luego sería uno de los fundadores de la socialdemocracia alemana, decía que “este Reich, penosamente forjado a sangre y fuego, no es lugar propicio para la libertad burguesa y menos aún para la justicia social… El sable ha ayudado al alumbramiento del Imperio y el sable lo acompañará a la tumba”. Otro diputado socialista, Wilhelm Liebknecht (el padre de Karl, el compañero de Rosa Luxemburg) calificaba al nuevo Reich como una “compañía principesca de seguros contra la democracia”. Ambos intentaron dentro de la legalidad de hacer escuchar su voz y oponerse a lo que consideraban una política injusta. Obviamente Bismarck ordenó la inmediata prisión de ambos diputados y de todos los miembros del comité central del partido socialdemócrata por haberse opuesto a las guerras imperialistas y votar contra la ampliación de los presupuestos de guerra. Ambos fueron juzgados y castigados con dos años de prisión. Entonces como decíamos el aparato del Estado, el poder político y militar quedaban en manos de los príncipes prusianos, los famosos Junkers y el prusianismo imprimía su sello ideológico a todo el régimen. Bismarck tenía una frase clara y concisa para explicar la lógica de su política interna y externa: “Las grandes cuestiones no serán resueltas por medios de discursos… sino a sangre y fuego”. Bismarck había sido primer ministro de Prusia desde 1862, dotó al reino de un ejército poderoso y una eficaz burocracia, derrotó a Austria en 1866, se anexionó territorios y con la alianza de la aristocracia junker del Este y la burguesía liberal del Oeste, unificó a Alemania económica y socialmente, desde arriba. Hacia 1870 Alemania tenía un solo competidor en Europa: Francia gobernada por Napoleón III. Bismarck maniobró con tal habilidad buscando la guerra en el momento oportuno, hasta que Francia pareció el país agresor. Francia fue derrotada en Sedán y al mismo tiempo la débacle francesa produjo un inesperado levantamiento popular espontáneo en Paris que condujo a la Comuna de París, el primer esbozo de un gobierno obrero y popular. Una dictadura del proletariado. En este contexto “excitante” es en el que el joven filólogo-filósofo Nietzsche escribe su primer libro. Sabemos por cartas a su madre que siempre se consideró a sí mismo un “granadero prusiano”, que alaba sin remilgos la gesta de Bismarck contra Austria y Francia como un “gran movimiento político-bélico”, que los discursos de Bismarck (que leía compulsivamente) le parecían magníficos: “Bismarck me proporciona inmensas satisfacciones. Leo sus discursos como si bebiese un vino fuerte: reteniendo la lengua para no tragar demasiado de prisa y prolongar el placer. Las maquinaciones de sus adversarios (socialistas y liberales) las concibo sin dificultad, pues es necesario que todo lo pequeño, estrecho y sectario se encabrite contra tales temperamentos y les haga una guerra eterna”. No sólo eso: en textos de la misma época anuncia su intento de reconstrucción del espíritu verdaderamente alemán en una síntesis sorprendente entre la "extraordinaria audacia de la filosofía alemana y la fidelidad del soldado alemán experimentada en los últimos tiempos". Nietzsche adora a Bismarck y a su mano derecha, el genio militar de von Moltke. Sabemos que, a pesar de estar en un país neutral (Suiza), la conmoción chauvinista le empujó a presentarse como voluntario para combatir en la guerra contra la Francia decadente y jacobina. El joven Nietzsche estaba ilusionado tanto por el resurgimiento imperial alemán como por la derrota total de la cuna de la subversión plebeya: “Tenemos el éxito, ahí está; pero mientras París continúe siendo el centro de Europa, las cosas seguirán como antes. Es inevitable que hagamos un esfuerzo por trastrocar este equilibrio, o al menos procurar trastrocarlo. Si fracasamos, entonces podemos esperar que caeremos uno tras otro en un campo de batalla, alcanzados por algún obús francés… mis simpatías naturales son con Prusia y entonces veo esto: una acción dirigida con grandeza por un Estado, por un Führer; una acción tallada en la sustancia verdadera que, en fin de cuentas, constituye la historia; no moral, seguramente, pero para el que la contempla, suficientemente edificante y bella…la historia ¿es otra cosa que el Combate sin fin de intereses innumerables y diversos en lucha por al existencia?”. No sólo él: toda la línea política nacional-liberal y conservadora se ilusionaba con una Europa bajo la égida alemana y un renacimiento sin parangón de la superioridad racial y cultural aria. Pero Nietzsche tampoco es acrítico con Bismarck, su desconfianza hacia este recién nacido Segundo Reich es desde la extrema derecha: “Prusia está perdida (si sigue en esta línea), los liberales y los judíos lo han arruinado todo con sus comadrerías… han destruido la tradición, la confianza, el pensamiento”. Bismarck no es suficientemente bismarckiano, es un prusianismo a medias que necesita del empuje del “partido de la vida”. Bismarck tiene problemas con la iglesia católica, con la prohibibión del partido socialista, incluso quiere imponer... ¡la educación gratuita y universal para todos! Contra la hagiografía que nos obliga a ver a Nietzsche como un genio filosófico eremita, alejado de la realidad y la coyuntura, impolítico, sus escritos (bien leídos) nos dan la impresión opuesta: son totalmente políticos si se los entiende tal como Nietzsche quería que se leyesen. Son escritos para un “nosotros”, escritos de partido. Su libro es el pendant político-filosófico de la plataforma de Richard Wagner, el protegé del rey Luis de Baviera II.

Wagner Partei: el joven Nietzsche se encuentra fascinado por el músico Wagner y sus ideas de una regeneración alemana. Wagner era a sus ojos “su sublime precursor”, su libro se presenta como “un diálogo con Richard Wagner”, elogia su estudio sobre Beethoven, y las alabanzas no paran de brotar… pero: ¿quién era Wagner? Compositor, director de orquesta, poeta, teórico musical alemán pero además un ensayista político que ejercitaba ese género tan particular alemán, la Kulturkritik. Wagner de joven fue un radical-demócrata y participó en las revoluciones de 1848; en su ensayo "Was ist Deutsch?" (“¿Qué es alemán?”) (1865), Wagner intenta explicar el fracaso de la Revolución del ‘48 debido al hecho de que al verdadero auténtico ser alemán se lo representó tan súbitamente por una clase de gente que era totalmente ajena a él y que le traicionó: burgueses y clases populares. Wagner se desengaño totalmente del modernismo liberal y se volvió un “reaccionario revolucionario” (quizá el primer conservador revolucionario). Su producción de óperas era paralela a una Weltanschauung teutómana, basada en una preponderancia de lo nórdico y un furibundo antisemitismo extremo. El wagnerianismo als ideología es hoy considerado como precursor e inspirador de la imaginación antisemita, un protofascismo larvado y todavía inmaduro, que anunciará a futuros ideólogos y políticos reaccionarios y fascistas. El antisemitismo de Wagner se manifiesta en su vergonzoso libro "Das Judenthum in der Musik" (“La Judería en la música”) publicado bajo el seudónimo de K. Freigedank y más adelante re editado con una addenda bajo su auténtico nombre en 1869, casi cuando se encuentre con Nietzsche. En él, Wagner deplora la judaización del arte moderno y sostiene la tesis según la cual “el judío” es realmente incapaz de expresarse artísticamente debido a su raza, a su naturaleza, a debilidades orgánicos y fisiológicas: “naturales”. Los judíos incluso están incapacitados para la mera poesía, ya que al ser Heimatloss, carecer de unión a la tierra y a la patria, la mítica figura del “judío errante”, no pueden generar artificialmente una relación poética con la vida. Su conclusión es genérica: “el judaísmo es el mal de nuestra civilización moderna”. De estas premisas se deducía todo su programa de reformas político-culturales basadas en una “labor regenerativa de limpieza”. En el mismo momento en que Nietzsche terminaba su libro, Wagner editaba un opúsculo de homenaje a Beethoven, un exaltado phamplet germanófilo, donde el músico era el punto de renacimiento estético-político de la nueva Germania. En su prólogo original Nietzsche deja bien claro que es la mano derecha de esta plataforma reaccionaria: “mi libro es el producto de los horrores y sublimidades de la guerra que acababa de estallar” y a los lectores desatentos le llama la atención: “a los que leen realmente este escrito… su objetivo es un problema seriamente alemán (ernschaft deutschen Problem)”, prosigue Nietzsche, que de resolverse adecuadamente entonces estará “en el centro de las esperanzas alemanas (deutscher Hoffnungen) “, como “vórtice y punto de viraje”. ¿Esencia alemana, esperanzas alemanas, problemas alemanes’ ¿No estamos hablando del origen de la tragedia griega? ¿El nacimiento de lo griego se enlaza con la guerra franco prusiana? Pero Nietzsche estudió con detenimiento los escritos teóricos de Wagner, si se los puede llamar de esa manera, se pueso al servicio militante de su causa, luchar por el ideal wagneriano contra las tendencias de debilidad de Bismarck, contra las multitudes inertes y estúpidas, contra el socialismo y la democracia liberal, contra los parlamentos y sindicatos… Se ofrece a colaborar en la causa wagneriana con su propio aporte en dinero para agitprop, incluso se ofrece de voluntario como publicista para recorrer Alemania portando el mensaje del maestro y fundar asociaciones, Vereins, futuras semillas del Wagner Partei. Wagner se lo impide. Nietzsche le escribe entusiasmado a su amigo Gersdorff: “¡Dame dos años y verás extenderse una nueva concepción de la Antigüedad, que determinará un nuevo espíritu en la educación científica y moral de Alemania!”. El “Nacimiento de la Tragedia” será una adhortatio, una profesión de fe para todos aquelllos “que no se hallan completamente poseídos y oprimidos por las costumbres del tiempo actual… Nuestros libros, de aquí a entonces, no serán sino ‘anzuelos’ para ganar amigos y un público a nuestra Verein”. Nietzsche se consideraba un militante más: “No tenemos el derecho de vivir hoy día, si no somos militantes, militantes que preparan un soeculum [siglo] por venir”. A otro amigo, Rohde, le señala que “mucho me gustaría escribir alguna cosa en servicio de nuestra causa, pero no sé qué. Todo lo que proyecto es tan hiriente e irritante que, más que servir, perjudicaría”. Nietzsche también intenta atraer a peronajes influyentes hacia la causa: intenta captar al partido wagneriano a Margarita de Saboya. Se propone escribir un artículo para la prensa (el único en toda su obra) en respuesta a un alienista de la época que se había propuesto demostrar que Wagner estaba loco e incluso en Basilea intentó fundar una asociación wagneriana. Estas son las coordenadas de recepción que deben tenerse en cuenta al leer al joven Nietzsche: no puede recuperarse su obra (salvo para malinterpretarlo o distorsionarlo, salvo para construir una hermenéutica de la inocencia) reduciéndola a un equívoco sobre la “grecidad” (Deleuze, Vattimo) o un fallido homenaje a Wagner (Fink). Nietzsche es un filósofo “totus politicus” en toda su complejidad. Uno de sus primeros divulgadores del ‘900, Henri Lichtenberger, señala sin tapujos que esta obra era sencillamente “propaganda wagneriana” y que “no es muy seguro que Nietzsche haya comprendido bien a los griegos”. El pathos hiperpolítico lo reconoce el propio Nietzsche en su ensayo de autocrítica, insertado como nuevo prólogo en su re edición de 1886: “La base de este libro… es una cuestión de primer rango y máximo atractivo… que surgió durante la excitante época de la guerra franco-alemana de 1870/1871… mientras los estampidos de la batalla de Wörth se expandían sobre Europa… un libro imposible (unmögliches Buch)… construido a base de vivencias prematuras… en el umbral de lo comunicable, colocado en el terreno del arte… un libro altanero y entusiasta, que de antemano se cierra al profanum vulgus de los cultos (Gebildeten), más aún que al del Pueblo (Volk)… y esto en una época en que el ‘espíritu alemán’ (deutsche Geist), que no hacía mucho tiempo había tenido la voluntad de dominar sobre Europa, la fuerza de guiar a Europa, esa Alemania acababa de presentar su abdicación definitiva e irrevocable, y, bajo la pomposa excusa de fundar un Imperio (Reich), realizaba su tránsito a la ‘mediocrización’ (Vermittelmässung), a la democracia (Demokratie) y a las ‘ideas modernas’ (modernen Ideen)”. Es claro que si Nietzsche re edita su trabajo en 1886 es que su plataforma ideológico-política es válida, actual y operativa; segundo: queda claro el objetivo nietzscheano: no es ningún homenaje, ni al arte ni a la música, ni a la tragedia griega, todos temas que fungen como mediaciones e intermedios hacia el verdadero objeto del deseo: la crítica reaccionaria a la modernidad bourgeoise. Nietzsche, como lo confiesa con sinceridad, tuvo que “colocarlo” en un terreno extraño pero estratégico: el filológico, que podía usarse como martillo en la Kulturkritik a la modernidad. “El nacimiento de la Tragedia” es el “Manifiesto Comunista” del partido wagneriano, su profesión de fe. Su carencia de rigor filosófico, su profetismo desencadenado, su anacronismo y falta de rigor histórico son justamente los límites de una forma de escribir y comunicar políticamente que Nietzsche no repetirá en lo sucesivo. Nietzsche es consciente que su mensaje político-filosófico necesitaba otro Stil: “lo encuentro mal escrito, torpe, penoso, frenético de imágenes y confuso a causa de ellas, sentimental, azucarado hasta lo femenino, desigual en el tempo, sin voluntad de limpieza lógica, muy convencido,… altanero y entusiasta…”. Este temerario libro, juvenil, demasiado extenso, con aires sistemáticos, buscaba el nervio de la decadencia en Occidente en sus rasgos más modernistas: la democracia liberal, la nacionalización de las masas, el optimismo burgués y proletario, la felicidad para todos, los derechos del hombre, la igualdad de derechos, el comunismo como amenaza última. El joven filólogo exuda prusianismo, antimodernismo reaccionario y, por supuesto, judeofobia radical.

Unmögliches Buch, un libro imposible: “Todo filósofo esta ahí en primer lugar para sí mismo y en segundo lugar para otros: el filósofo nunca puede eludir en modo alguno esa duplicidad de relaciones… aunque se aísle rigurosamente, justo ese aislamiento habría de ser una ley de su filosofía… tal aislamiento se trocaría en una enseñanza práctica, en un ejemplo visible… por ello el producto más genuino de un filósofo es su vida”, escribía Nietzsche en el verano de 1874. Como criterio de autocomprensión nos puede ser útil para analizar su primera etapa (la que los especialistas llaman “metafísica del artista”). El auténtico fin y meta (Ziele) de mi investigación, dirá Nietzsche, va más allá de la concreta manifestación del hombre griego de la época trágica: se trata del conocimiento del “Genio” (Genius) dionisíaco-apolíneo, que es eterno e inmutable. Se trata de capturar la esencia (Wesen) griega y el núcleo (Kern) helénico de tal esencia. Este Kern profundo y remoto, dirá Nietzsche, no es definible a partir de la empiria sensible (los datos físicos del anticuariado) o la apariencia de los restos (la práctica de los filólogos). Primera tarea es pues la “deconstrucción” de la visión ideologizada que la Modernidad burguesa tiene de Grecia. El trabajo de desmonte es inverso: debemos medir nuestros conocimientos sobre los griegos a partir de ese núcleo duro y a partir de él mirar con ojos nuevos a esa civilización y sus autores. Y el Kern de los griegos (por cierto para Nietzsche la antigüedad clásica no es otra cosa que “una flor maravillosa nacida de la ardiente aspiración del Germano hacia el Sur”) es una lucha por la existencia cruel, la distinción de Genio y Masa y el reconocimiento de la aristocracia natural (que incluye la institución de la esclavitud). Nietzsche a partir de este presupuesto ontológico puede criticar a Sócrates y Eurípides como de carácter antigriego, sintomáticos de la decadencia occidental, “instrumentos de la disolución griega, pseudogriega y antigriega”. A este complejo degenerativo que inicia el lento ocaso de la Grecia trágica Nietzsche le llama “Socratismo” (Socratismus): “una perversión de los instintos más profundos de los antiguos helenos”. El socratismo tiene su cobertura ideológica: el optimismo (Optimismus) y su figura de la mediación: el “hombre teórico”. Así “El Nacimiento de la Tragedia”, junto con el corpus de Wagner, se transforma en la denuncia del escándalo actual del mundo, denuncia del presente y es una invocación y transfiguración de un pasado remoto. Porque para Nietzsche (y Wagner) lo que está en juego es, nada más ni nada menos, que la horrenda destrucción de Occidente, la decadénce de la Kultur en manos de la Civilisation. Donde Nietzsche cree que puede atisbarse el verdadero núcleo (Kern) helénico es, por ejemplo, en los mitos, y el paradigmático no es otro que aquel que ilustra su libro:“Prometeo encadenado”. Si el renacimiento alemán (ahora que Bismarck ha unificado Alemania y a vencido a Francia, cuna de la degeneración y la corrupción; ahora que ya tenemos una música con arte puramente alemán con Wagner en Bayreuth) depende de un renacimiento de lo trágico, de una nueva “edad trágica” (con todas las consecuencias: aristocracia natural, esclavitud, muerte de los débiles) se exige un “bautismo de fuego” doloroso para retornar al subsuelo dionisíaco ario. El mito de Prometeo encadenado (cuyo inmenso presupuesto es el fuego), señala Nietzsche, es “un himno a la impiedad”: el poder del aristócrata natural, el “Gran Genio” que crea y destruye con su “magnífico poder”, que domina por su naturaleza superior. Esta leyenda es “posesión originaria de la comunidad entera de los pueblos arios” dice Nietzsche y documento de su aptitud superior para lo trágico y lo profundo: “este mito tiene para la esencia aria el mismo significado caracterísitico que el mito del pecado original para la esencia semítica”. Mientras que el mito ario origina el primer problema filosófico al separar el hombre de Dios, contrasta con el mito hebreo, donde se señala como origen del mal la curiosidad, el engaño mentiroso, la seducción, la concupisciencia, en suma: “una serie de aficciones preponderadamente femeninas”. La visión aria es la “idea sublime del pecado activo como virtud genuinamente prometeica”, heroica, masculina, viril. En ella se encuentra el sustrato ético de la tragedia pesimista y así “los arios conciben el sacrilegio como un varón y los semitas el pecado como una mujer”. La conclusión es que el núcleo más intimo de la leyenda de Prometeo (necesidad del sacrilegio impuesta al individuo de aspiraciones titánicas) tiene una dualidad dionisíaca y apolínea que podría ser expresada, para Nietzsche, con esta fórmula: “Todo lo que existe es justo e injusto, y en ambos caso está igualmente justificado”. El único héroe trágico verdadero realmente es Dioniso: en él están “todos los componentes de una consideración profunda y pesimista del mundo”. Pero la tragedia griega en su estado puro dionisíaco pereció, nos señala Nietzsche, pero murió suicidándose. La cultura griega se inmoló a sí misma al ser débil y femenina, permitiendo la irrupción del “hombre de la vida cotidiana”, las masas plebeyas, la “mediocridad burguesa” (a Nietzsche no le preocupa el anacronismo), ¡Caos!: “la multitud entera filosofa”, ¡Peor!: “el quinto estado, el del esclavo, el que ahora predomina, al menos en cuanto a mentalidad”. Esta “jovialidad griega” no es la del héroe dionisíaco, nada que ver: es la jovialidad del esclavo, del inferior, plebeyo que “no sabe hacer responsable de ninguna cosa grave, ni aspira a nada grande, ni tener algo pasado o futuro en mayor estima que el presente”. Se expulsó a la tragedia del elemento aristocrático-dionisíaco original y omnipotente y se la reconstruyó desde una nueva ideología de las masas y los esclavos: lo socrático. El verdadero fin de la vida es producir genios, hombres superiores; los pueblos y las civilizaciones no son más que rodeos que toma la naturaleza para producir uno o dos hombres prodigiosos: “la humanidad debe trabajar siempre para dar al mundo individuos de genio, tal es su misión, sin que tenga ninguna otra”. La Civilisation debe esforzarse por hacer nacer una raza de héroes, por selección natural, y permitirles su desenvolvimiento sin límites: “el cultivo racional del hombre superior: he aquí una perspectiva llena de promesas”. Contra este ideal, que se realizaba en la Grecia trágica, se enfrenta el socratismo. Socratismo que es sinónimo de todo lo malo, femenino, corrupto, degenerado de la sociedad moderna. Socratismus es sinónimo de prensa judía, de sistema de partidos políticos, de los "Derechos del Hombre", de la "Dignidad del Trabajo", de las masas irrumpiendo en el teatro de la historia... Pero en especial Socratismus será el nombre del gran adversario: el comunismo.

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17 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Muy bueno, si yo fuese filósofo y diese clases, esto se lo daría de lectura a los alumnos.

Supongo que a muchos no les hará gracia: pegas a varias vacas. Ni modo, poner en claro ciertas cosas no es asunto de complacencias.

Muy bueno.

5:28 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

No entiendo. ¿Has pegado el texto de Aymeric Monville y has usado un traductor automático? ¿Por qué, si no, "Nietzscheisme" o "Socratismus"?
¿Qué prisa había?
Puedes usar un mejor castellano, lo has demostrado ya.

2:29 a.m.  
Blogger NiklasGV said...

¡Me desdcubristes! Confieso: He copiado el libro "Misère du nietzschéisme de gauche" de Aymeric Monville (va por la segunda edición), lo he traducido con Babylon y he aquí el resultado... No en serio: lo he leído, coincido en algunas líneas generales, pero él apunta más bien al fascismo de izquierda francés. Se basa en Lukács y algo en Losurdo, no profundiza en el joven Nietzsche ni en Wagner. Lo de Nietzscheísme es una licencia de estilo; lo de utilizar la jerigonza alemana original es porque los nietszscheanos (como los heideggerianos) cuando atacas al macho alfa te acusan que no lo has leído. Pues bien yo lo he leído en alemán. Si quieres saber mis fuentes bibliográfica te las puedo listar sin problemas. Yo no soy un investigador becado ni universitario asi que puedes imaginarte las dificultades para acceder a fuentes de primera mano.Por cierto trato de no responder a los anónimos pero he hecho una excepción.
Un saludo.

12:55 p.m.  
Blogger Clovis said...

Espl�ndida (y valiente) entrada.

3:37 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

No sé si hayas visto últimamente los comentarios en Rebelión: parece que picaste el avíspero.

Una cosa me ha llamado la atención: ¿Por qué cuándo se hace uns crítica política de un escrito político o de un autor que aborda cuestiones políticas, de inmediato te acusan de hacer lecturas excesivamente políticas del mismo? Lo que dices que pasa con Nietzsche y Heidegger lo estoy yo experimentando con Arendt. Por cierto que me gustaría conocer tu opinión sobre ella.

Saludos.

5:25 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Muy interesante el texto, coincido en pensar a Nietzsche como un filósofo abocado a lo político. Creo que tanto él como Heidegger, ven todas las situaciones sociales atravesadas por la filosofía.

No podría argumentar en ninguna dirección acerca del antisemitismo de Nietzsche, tus argumentos son muy interesantes pero también lo son aquellos que he escuchado en dirección opuesta. Tal vez mi duda se resuelva con tu respuesta a las siguientes preguntas: ¿crees que hubo un "joven Nietzsche" y luego un "Nietzsche maduro"? ¿ha habido en su obra un quiebre epistemológico?

Bueno, desde ya muchísimas gracias. Muy interesante el espacio.

6:56 a.m.  
Blogger NiklasGV said...

Perdón por contestar con demora. Creo, espero demostrarlo en un próximo artículo, que hay una pasmosa continuidad y coherencia en als premisas básicas de Nietzsche. Sospecho que la división "joven" y "maduro" esconde algún tipo de expurgación de textos molestos para la hagiografía nietzscheana.

12:27 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Recuerdo que al terminar de leer la obra nietzchiana (eso pensé y luego me di cuenta q' me faltaba un tomo de la volunta del poder, en todo caso he leído el 99.3% de la obra de Nietzsche) guardé uno de sus libros donde literalmente se expresa en contra del antisemitismo.
Constato que mi memoria respecto de títulos, se pierde en el laberinto nietszchiano. Por eso voy a usar las fichas que sin duda son importantes, aparte de los archivos que uno ahora puede guardar en la compu.

Creo que absolutizar a Nietzsche como un genuino referente del nazismo, es maníqueo como maníqueo es tomarlo como un abanderado de las izquierdas.
Creo que básicamente Nietzsche era un anarca de mentalidad aristocrática.
Si fue en un inicio proclive a la política del viejo Reich fue por esas necedades de las que no se libra ni un genio. Por otra parte desconfío de esas declaraciones políticas hacia los estadios finales de su vida, de todas porque se sabe que su hermana y madre intervinieron groseramente en la publicación de sus últimas obras, tal como fue La Voluntad del poder.
Lamentablemente fueron ellas las que estaban contaminadas de todo ese fervor incubado que desataría el nazismo más exacerbado y si indicar esto parece ridículo, digo que en realidad es algo tragicómico o más trágico que cómico.

Del asistemático pensamiento de Nietzsche salen ecos, cercanías, hererodoxas salidas o seguimientos, lo que resulta bastante rico. Y cuando señalo a Fiedrich Nietzsche como un anarca de mentalidad aristocrática lo hago precisamente porque sus aforismos, sus ensayos y todo lo que escribió fomenta una individualidad desapegada de mandatos que la sojuzgen y eso es lo interesantísmo, lo que vuelve dinamita a Nietzsche desde una perspectiva filosófica. En el plano epistomológico, Nietzsche irrumpe en la Filosofía como una máquina demoledora. Y abre un camino para otras perspectivas. Ese es un aporte que resulta algo para saquear desde una mirada febril de dictadores y así sucedió.

Tus estudios/indagaciones se aprecian. Denotan un cuidado que señalo no para atenuar lo que creo sobre Nietzsche, sino porque me hace pensar que así se necesita escudriñar históricamente, vía fuentes y traducciones directas, como de todas las herramientas académicas, sí.
Lo que quisiera creer es que al realizar todo ello uno encontrara intersticios que le hacen dudar de lo que piensa es lo evidente. Y por tus comentarios finales, parece que toda tu investigación está volcada a demostrar sí o sí a un Nietzsche alimentador del fuego fascista.

Totalizando la obra de Nietzsche, de ninguna manera podría, quien te escribe, asimilarlo como algo indiscutible.

Muchas gracias por tu trabajo. Salutes.

10:49 p.m.  
Anonymous camilo aljure said...

Para Darío:Lo que más comparto con el autor de este blog es el señalamiento de miles de vicios en la lectura de Nietzsche, lecturas o más bien apreciaciones porque la lectura de otro no se puede determinar por manifestaciones externas, apreciaciones míticas(que no refieren al concepto/idea/propuesta del mito) sobre su obra y sobre su persona. Por ejemplo la fantasía de que su hermana es culpable de su inclusión como bastión ideológico del nacionalsocialismo alemán apoyados en la descripción de la relación de discordia y tormento que se describe tanto por biografías como por el mismo Nietzsche. Es una tesis muy debil, ya había suficiente asidero en la epoca del autor y en siglos anteriores para que el antisemitismo se hiciera omnipotente ¿que tanto tendrá que ver la misma iglesia de cristo en esto, esta y todas sus divisiones?. Segundo, es también un exabrupto que a un pensador que frecuentemente menciona los temas políticos no se le considere políticamente, pero pensar en un estilo que se libra de lo dialéctico(aforístico), que regurgita más allá de este tipo de razon como un todo político, primero que nada niega la amplitud del estilo aforístico, especialmente con el partícular manejo de Nietzsche y segundo, demuestra un sesgo desde posiciones políticas claras, negando las bondades de la deconstrucción, ignorando el planteamiento de entender el pensamiento como un rizoma y banalizando la estructura de planteamientos fundamentales para acomodarlos a una totalización(unidad) que se descompone apenas se plantea una condición diferente para el concepto(sustentable desde lo textual).
Nietzsche no es ni mucho menos moderno, tampoco antimodermo puesto no podría serlo(texto-contexto), es un concialidador fallido entre los dos mundos. Nunca se podrá calificar a Nietzsche de socialista porque no lo fue, tampoco de liberal ni democrata pues él mismo lo consideraba un vicio; si hoy se inspira un sentimiento socialista de Nietzsche es por ese intento fallido de conciliación que se renueva y se replantea. Y no se la verdad si alguien se haya puesto a considerar un replanteamiento de la filosofía de Nietzsche desde sus propios presupuestos, eso sí, no endilgandoselo a él mismo.

6:13 p.m.  
Anonymous Camilo Aljure said...

Postdata: y falta tantisimo por decir. ¿cuando estos estudiosos y promotores de Nietzsche saldrán del letargo "profesoral" en que se han metido?

6:15 p.m.  
Anonymous Camilo Aljure said...

Añadididuras:


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Muy de acuerdo con el amigo que firma como eterno retorno, aunque su sexo no lo sé, especulo sobre el espíritu con base en impresiones extenas como nuestro querido Nicolás, tengo que decirlo, este no es momento para resquemores, a la manera de quien recogiera cuanta espontanea aparición pública de un idividuo para formar en el nucleo de una comunidad la bola de un chisme. Juzgar, en este caso determinar a un individuo según las apreciaciones establecidas de los convencionalismos culturales(establecimiento de la normalidad) es denigrar de su psiquis y de su propia libertad. ¿acaso te acusé yo de chismoso? lo hago como una suerte de alegoría para describir la manera como percibo este tipo de juzgamientos. Entre otras cosas, hablas del macho alfa, pero insistes demasiado en su delicadeza, señalas su horas de llanto y plausible consideración por los otros.
Basta con ver y no con eso me estoy limitando, la reacción de Nietzsche ante los hechos de la comunne de paris para notar que no se trata de un hombre con una mentalidad despótica y mucho menos que avale las posteriores formas del nazismo. ¿acaso un ultraconservador, promotor del sostenimiento de las castas, de la opresión de los individuos y los pueblos "debiles", como esta iba a pensar en una culpa universal. Lo que lo hubiera hecho prefacista no sería el no haber hecho mención a los fusilamientos en masa si no avalarlos en nombre de la conservación de la sociedad monárquica?. Pareciera haber un aire, no tengo fundamento para hacer una acusación de ese tipo, pareciera haber un aire de querer derrumbar un ídolo y nosotros los lectores pasionales de Nietzche, “los nietzcheanos”(sentido figurativo según la convención) si algo hemos aprendido en nuestra “religiosidad”(espiritualidad) es a derrumbar los ídolos/ideales. Entre otras cosas, he encontrado un tono y un estilo de escritura en estos artículos tan similar al que se usa en el crepúsculo de los ídolos, de hecho la imagen que refleja es la de “un diablo riendo” y en efecto no hay trabajo más despiadado que el de derrumbar un ideal (si lo sabré yo).

6:19 p.m.  
Anonymous camilo aljure said...

1

Me parece que aquí se banalizan conceptos y reitero en esto además. (y lo de conceptos es especialmente una convención; una metáfora que se comprende mal desde Deleuze aunque creo que no por parte del mismo) como el instinto aristocrático y el instinto profesoral, se trocan por valoración extrema de la acción aristocrática y por odio al profesor de filosofía. En un contexto más global se refieren a elevación del sentido de la nobleza y a repudio por la acción doctrinal establecida por los profesores de filosofía en la academia. Nicolás no fue el primero en denunciar estos conceptos como pruebas del Nietzsche antirevolucionario, ya Heiddeger había desnudado la falacia del Nietzsche anarquíco si queremos ponerle una sesgada connotación política, ya había dicho Heidegger que Nietzsche lejos de acabar con la metafísica la lleva a su última instancia; el ser en la finitud De la misma manera, afirmaciones como que los débiles no tienen derecho a la existencia y que son un obstáculo para los hombres fuertes no refiere a la eliminación de estos(genocidio) si no a una cruda situación existencial del hombre que aprecia el sentido de la tierra y que ve amenazado su derecho a la vida por la masa de los famélicos y fantasmales. Una imagen escalofriante sin duda, no refiere dentro de la espiritualidad del lunático bigotón si no a la coexistencia trágica entre los dos, por eso el hombre noble siempre vivirá aislado (aforismo 50 gaya scienza, argumento del aislamiento). Y por supuesto es espiritualmente antimilitarista, considera que el mayor inconveniente de los ejércitos es que acaban con los mejores hombres(ironía del nazismo), así lo entiendo yo en el aforismo 442 de humano demasiado humano, capítulo que firma cínicamente Nietzsche como “ojeada sobre el estado” cuando en realidad está haciendo un tratado complejo en medio diferencias indirectas. Muy entrecitado el aforismo, en letra menuda las afirmaciones que no le corresponden, parece más un debate agresiva, no contra los conservadores si no con los conservadores, parece que quisiera hacerlos razonar. Invito al anterior “subordinación”. Entre otras cosas el discurso demagógico y sofisma de distracción de estas sociedades democráticas capitalistas es decir que no existe subordinación porque existe libertad, es mentira, en un estado no vive una cosa sin la otra. El autor de estos artículos si no está profundamente influido por el estilo de escritura de Nietzsche, lo ha reproducido de manera admirable. En especial porque habla por sí mismo y no en nombre una verdad aunque el tono firme de a este malentendido. De la misma manera, si Nietzsche reclama ante un auditorio de conservadores que los esclavos no deben ser educados para ser señores, esto es malentendido porque lo dice en connotaciones del mundo griego, así como teme que los obreros le quiten a los señores su poder, teme por la pérdida del sentido noble de la vida. Lo curioso es que este lector de textos políticos, conservadores y socialistas, amigo de la cristiana Cosima Wagner, del judío paul ree, del conservador jacob burkhard tuviera en tan alta estima la amistad. ¿Como es que la declara el bien más preciado, como Zaratustra se atreve a desear que algún día exista la amistad, como la pone como superior al amor y como al mismo tiempo declara al amor como una superación de la moral cristiana como contranaturaleza? Por otro lado, se confunde inmoral con amoral, en este sentido hay una influencia oculta del mismo Sócrates en tanto que sus virtudes se vuelven amorales.(proposición desde reflexión e investigación propia)

6:21 p.m.  
Anonymous camilo aljure said...

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Me parece que aquí se banalizan conceptos y reitero en esto además. (y lo de conceptos es especialmente una convención; una metáfora que se comprende mal desde Deleuze aunque creo que no por parte del mismo) como el instinto aristocrático y el instinto profesoral, se trocan por valoración extrema de la acción aristocrática y por odio al profesor de filosofía. En un contexto más global se refieren a elevación del sentido de la nobleza y a repudio por la acción doctrinal establecida por los profesores de filosofía en la academia. Nicolás no fue el primero en denunciar estos conceptos como pruebas del Nietzsche antirevolucionario, ya Heiddeger había desnudado la falacia del Nietzsche anarquíco si queremos ponerle una sesgada connotación política, ya había dicho Heidegger que Nietzsche lejos de acabar con la metafísica la lleva a su última instancia; el ser en la finitud De la misma manera, afirmaciones como que los débiles no tienen derecho a la existencia y que son un obstáculo para los hombres fuertes no refiere a la eliminación de estos(genocidio) si no a una cruda situación existencial del hombre que aprecia el sentido de la tierra y que ve amenazado su derecho a la vida por la masa de los famélicos y fantasmales. Una imagen escalofriante sin duda, no refiere dentro de la espiritualidad del lunático bigotón si no a la coexistencia trágica entre los dos, por eso el hombre noble siempre vivirá aislado (aforismo 50 gaya scienza, argumento del aislamiento). Y por supuesto es espiritualmente antimilitarista, considera que el mayor inconveniente de los ejércitos es que acaban con los mejores hombres(ironía del nazismo), así lo entiendo yo en el aforismo 442 de humano demasiado humano, capítulo que firma cínicamente Nietzsche como “ojeada sobre el estado” cuando en realidad está haciendo un tratado complejo en medio diferencias indirectas. Muy entrecitado el aforismo, en letra menuda las afirmaciones que no le corresponden, parece más un debate agresiva, no contra los conservadores si no con los conservadores, parece que quisiera hacerlos razonar. Invito al anterior “subordinación”. Entre otras cosas el discurso demagógico y sofisma de distracción de estas sociedades democráticas capitalistas es decir que no existe subordinación porque existe libertad, es mentira, en un estado no vive una cosa sin la otra. El autor de estos artículos si no está profundamente influido por el estilo de escritura de Nietzsche, lo ha reproducido de manera admirable. En especial porque habla por sí mismo y no en nombre una verdad aunque el tono firme de a este malentendido. De la misma manera, si Nietzsche reclama ante un auditorio de conservadores que los esclavos no deben ser educados para ser señores, esto es malentendido porque lo dice en connotaciones del mundo griego, así como teme que los obreros le quiten a los señores su poder, teme por la pérdida del sentido noble de la vida. Lo curioso es que este lector de textos políticos, conservadores y socialistas, amigo de la cristiana Cosima Wagner, del judío paul ree, del conservador jacob burkhard tuviera en tan alta estima la amistad. ¿Como es que la declara el bien más preciado, como Zaratustra se atreve a desear que algún día exista la amistad, como la pone como superior al amor y como al mismo tiempo declara al amor como una superación de la moral cristiana como contranaturaleza? Por otro lado, se confunde inmoral con amoral, en este sentido hay una influencia oculta del mismo Sócrates en tanto que sus virtudes se vuelven amorales.(proposición desde reflexión e investigación propia)

6:21 p.m.  
Anonymous camilo aljure said...

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Me parece que aquí se banalizan conceptos y reitero en esto además. (y lo de conceptos es especialmente una convención; una metáfora que se comprende mal desde Deleuze aunque creo que no por parte del mismo) como el instinto aristocrático y el instinto profesoral, se trocan por valoración extrema de la acción aristocrática y por odio al profesor de filosofía. En un contexto más global se refieren a elevación del sentido de la nobleza y a repudio por la acción doctrinal establecida por los profesores de filosofía en la academia. Nicolás no fue el primero en denunciar estos conceptos como pruebas del Nietzsche antirevolucionario, ya Heiddeger había desnudado la falacia del Nietzsche anarquíco si queremos ponerle una sesgada connotación política, ya había dicho Heidegger que Nietzsche lejos de acabar con la metafísica la lleva a su última instancia; el ser en la finitud De la misma manera, afirmaciones como que los débiles no tienen derecho a la existencia y que son un obstáculo para los hombres fuertes no refiere a la eliminación de estos(genocidio) si no a una cruda situación existencial del hombre que aprecia el sentido de la tierra y que ve amenazado su derecho a la vida por la masa de los famélicos y fantasmales. Una imagen escalofriante sin duda, no refiere dentro de la espiritualidad del lunático bigotón si no a la coexistencia trágica entre los dos, por eso el hombre noble siempre vivirá aislado (aforismo 50 gaya scienza, argumento del aislamiento). Y por supuesto es espiritualmente antimilitarista, considera que el mayor inconveniente de los ejércitos es que acaban con los mejores hombres(ironía del nazismo), así lo entiendo yo en el aforismo 442 de humano demasiado humano, capítulo que firma cínicamente Nietzsche como “ojeada sobre el estado” cuando en realidad está haciendo un tratado complejo en medio diferencias indirectas. Muy entrecitado el aforismo, en letra menuda las afirmaciones que no le corresponden, parece más un debate agresiva, no contra los conservadores si no con los conservadores, parece que quisiera hacerlos razonar. Invito al anterior “subordinación”. Entre otras cosas el discurso demagógico y sofisma de distracción de estas sociedades democráticas capitalistas es decir que no existe subordinación porque existe libertad, es mentira, en un estado no vive una cosa sin la otra. El autor de estos artículos si no está profundamente influido por el estilo de escritura de Nietzsche, lo ha reproducido de manera admirable. En especial porque habla por sí mismo y no en nombre una verdad aunque el tono firme de a este malentendido. De la misma manera, si Nietzsche reclama ante un auditorio de conservadores que los esclavos no deben ser educados para ser señores, esto es malentendido porque lo dice en connotaciones del mundo griego, así como teme que los obreros le quiten a los señores su poder, teme por la pérdida del sentido noble de la vida. Lo curioso es que este lector de textos políticos, conservadores y socialistas, amigo de la cristiana Cosima Wagner, del judío paul ree, del conservador jacob burkhard tuviera en tan alta estima la amistad. ¿Como es que la declara el bien más preciado, como Zaratustra se atreve a desear que algún día exista la amistad, como la pone como superior al amor y como al mismo tiempo declara al amor como una superación de la moral cristiana como contranaturaleza? Por otro lado, se confunde inmoral con amoral, en este sentido hay una influencia oculta del mismo Sócrates en tanto que sus virtudes se vuelven amorales.(proposición desde reflexión e investigación propia)

6:21 p.m.  
Anonymous camilo aljure said...

3

Paradójica y limitadamente visionaria concepción de Nietzsche por la aristocracia, ser tan benevolente con la condición femenina, sacarla del juego mezquino de la sexualidad en que la tradición occidental(y también la oriental) la han insertado, denunciar en esto el papel del más activo narcótico y temerle a su inclusión en la sociedad civil y el mundo de la academia ¿Qué la mujer sólo debe ser educada para ser la mujer del guerrero? Que idealismo enfermizo ese. Tras la circunvolución del instinto libertario y su equiparamiento en posibilidades, se abre una brecha ante el mencionado narcótico, de la misma manera, el obrero libre aprende abre el camino para las distancias y para el respeto mutuo entre el aristócrata, el intelectual y el mediocre, el cual no lo será en tanto sea libre y no oveja. Por supuesto, Nietzsche constituye una confrontación con el sector más execrable de la existencia, es el único que se atreve a reclamar el derecho al suicidio ya que la tradición permite tomar la vida de un hombre pero no su muerte ¿Cómo quieren que se valore la vida entonces si no se permite llevarla hasta su instancia más deplorable?. Y del mismo libro aforismo 262 “el culto al genio”. Y por supuesto, Poco se ha mirado a Nietzsche desde Goethe, este el primero en recuperar el concepto de alma bella en contraposición a la confrontación con los más execrable. Y se me olvidaba ¿acaso habrá que huir irremediablemente de una mujer con virtudes viriles y si esta no las tiene tendrá irremediablemente que huir?(dardos y sentencias), incompleta valoración de la feminidad tras la fantasía del eterno femenino(el naturalismo aflora)
Creo que lectores pasionales de Nietzsche “Nietzscheanos” habemos pocos, Lo que parece criticar Nicolás es el culto snob hacía Nietzsche, yo mismo hice parte de ese culto, esa tonta reacción de acusar al adversario de ignorante en vez de confrontar su argumento. Falta mucho por decir, este trabajo merece toda la atención, ya se lo dije al autor en otro espacio, me parece de gran valor. Lo que me parece también es que todo lo que contuviera una aire del filólogo de basílea le causara repudio, todo está bien mientras Nietzsche no cause una elevación espiritual (ascética y terrenal). Yo también temo por los lectores de Nietzsche, hay que tener las entrañas preparadas para adentrarse en este autor y hay otros que le endilgan cualquier tontería y lo peor, a causa de un profesor que no separa sus opiniones de las del autor. Recomiendo la lectura del compedio “el espíritu libre”, el capítulo sobre los pueblos, hay un intersticio específico para todo lo que comento.

6:22 p.m.  
Anonymous camilo aljure said...

4

Y le reitero al autor de este blog uno de mis cuestionamientos: Has diagnosticado el embrión patológico de todos los lectores de Nietzsche, los artistas, los intelectuales, los lectores generales. ¿Y las mujeres lectoras apasionadas por Nietzsche? ¿no juegan estas un papel aparte?, supongo que de alguna manera entran en las anteriores clasificaciones, eso entiendo de tu discurso pero ¿la cuestión de la prohibición en la sociedad civil y en la academia? ¿Cómo una mujer se atreve a pensar y escribir maravillas sobre su maestro cuando este no le reconoce esta capacidad?. Algo más, Nietzsche no es ni mucho menos el maestro de la modernidad ni de la antimodernidad, es el fallido conciliador entre estas dos, su grandeza consiste en derrumbar el concepto de la verdad absoluta y pensar por sí mismo sin necesidad de ella. Siempre le he criticado a Deleuze la siguiente afirmación de mil mesetas, capitulo I, rizomas: “en un libro no hay nada que entender, solo ver con que se relaciona”. Hay que entenderlo y luego ver con que se relaciona. Y por cierto ¿alguien recuerda el aforismo del Zaratustra “El hombre más feo del mundo”? ¿No les parece que el discurso de Foucault sobre la visión panóptica es una reproducción de este?. Por demás ¿alguien ha pensado en las confesiones secretas del ecce homo las cuales no revelan precisamente lo que nuestro querido politólogo señala? y en cierta relación, si una teoría presenta una excedencia entonces no está sujeta a sus fines.


reitero una proposición de mi post data: falta tantisimo por decir.

6:25 p.m.  
Anonymous camilo aljure said...

Disculpas

Muchas de mis anotaciones hacen parte de mis escritos personales, al traspasarlos repito una que otra cosa sin cuidarme de ello(nietzsche moderno y antimoderno). Comprenderán y valolarán más la argumentación que a sus vicios de forma. Socrates diría "poned más atención a lo que digo que a como lo digo"(apología)

6:29 p.m.  

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